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Saturday, June 30, 2012

NEW KIDS ON THE BLOCK Y SU PERFECTA HUMANIDAD. CAPÍTULO 6


VI
La amistad es un lazo difícil de romper puesto que no existe en él apropiamiento alguno por lo que no hay dolor en la separación.

            Luego de salir del departamento de su ex novia Darling, Jonathan vagó mucho por la ciudad, entre miles de personas que vivían cada uno en su propio mundo, vino a dar finalmente, sin saber cómo, en el departamento de su hermano menor, Jordan, quien al igual que él se había transformado en miembro de una de las bandas musicales más conocidas y populares, no sólo a nivel nacional sino también internacional, cosechando éxito tras éxito, junto a otros tres compañeros, los New Kids On The Block.
La historia de cómo se había reunido era archiconocida por todos los y las fans del grupo. Tras un casting masivo al cual postularon más de quinientos jóvenes el único seleccionado fue Donald Wahlberg, considerado el primer integrante del grupo. Inmediatamente se dio a la tarea de buscar los demás integrantes. Los productores siempre tuvieron en mente que se tratara de cinco integrantes, por lo cual el sueño de Donnie se encontraba bastante lejos aún de ser cumplido. El primer reclutado fue su hermano menor Marck, quien a su vez llevó a su amigo Danny Wood. Donnie no pudo dejar de pensar en sus compañeros de la escuela, los hermanos Knight, Jonathan y Jordan. El grupo ya tomaba forma. Pasado algún tiempo Marck se desilusionó por el estilo y dirección del grupo y lo abandonó. Frente a esta baja llamaron a otro amigo de Donnie, Jamie Kelley, pero su falta de compromiso y responsabilidad lo dejaron fuera tras el primer disco por decisión del productor. Un nuevo integrante llegaba por decisión de los directores y los chicos lo rechazaron porque estaba reemplazando a su amigo Jamie. Su nombre era Joey McIntyre y era un poco menor que los otros integrantes. El primer disco no tuvo el éxito esperado, pero el productor confiaba en el talento de sus protegidos y convenció a la compañía disquera que les permitieran grabar un nuevo disco. Además, el nombre original del grupo, Nynuk, fue cambiado al que finalmente sería tomado de una canción compuesta por el propio Donnie Wahlberg. Joey con su cara de ángel, su encanto y carisma dio al grupo un nuevo aire y el segundo disco logró situarse en los primeros lugares de los rankings nacionales e internaciones, para sorpresa y felicidad tanto del grupo como de su productor y la compañía disquera.
Luego de esto los cinco muchachos lograron limar sus diferencias iniciales y se hicieron no sólo compañeros sino grandes amigos. Donald, más conocido como Donnie, o simplemente Don, era el chico rudo cuyo estilo era más cercano al rap. Era una de las tres voces principales y líder indiscutido del quinteto. Jordan era el jovial y carismático galán, con un encanto y atractivo que resaltaba en su mirada alegre y sonrisa seductora, era otra de las voces principales. Daniel Wood, llamado Danny era el atlético y fornido. Fanático de los deportes trabajaba su cuerpo sin llegar al exceso del físico-culturismo. Jonathan era el más tímido y serio del grupo. De carácter más reservado siempre se mantenía bajo perfil. Los sucesos que tan traumáticamente viviera habían dejado atrás al seductor y confiado Jonathan. Ahora se mostraba más bien solitario y taciturno. Finalmente estaba el último integrante de la banda, Joseph McIntyre, el pequeño Joey o simplemente Joe, un talentoso muchacho tres años menor que el menor que los otros integrantes. Parecía que todo su cuerpo emanaba la palabra artista, era la tercera voz principal y tal vez el más talentoso de todos. Desde pequeño supo que su camino no sería otro que el del canto y la música.
            Sin saber cómo Jonathan había terminado su largo recorrido frente a la puerta de su hermano, uno de sus principales apoyos. Al abrir Jordan supo inmediatamente que nada bueno había sucedido. El rostro de su hermano que con los años se había vuelto sereno, parecía aquella noche más abatido que nunca, Jordan leía hoy en su semblante una mayor tristeza que en los pasados tiempos, luego de la separación de Diana.
- Jonathan, hermano, pasa. Te ves terrible.
Jordan lo hizo pasar y le sirvió un trago bastante fuerte para lo que Jonathan estaba acostumbrado, así es que al paladearlo no pudo evitar la mueca de dolor característica del que bebe sin costumbre ni placer.
- ¿Qué sucede hermano?
Interrogó después de un largo rato de silencio que hicieron que Jordan se sintiera sumamente incómodo. Ya nunca podía estar tranquilo al pensar en su hermano. Contrariamente a lo que ocurriera en su infancia, Jonathan ya no era su protector sino al contrario, ahora era Jordan el protector de su hermano mayor.
- Tengo algunas cosas que contarte, pero no sé por donde empezar.
Se bebió un segundo vaso de whisky sin siquiera respirar, dando a su hermanito una mirada que lo pusieron en verdadera alerta.
- Tengo todo el tiempo del mundo. Tenía una cita pero me cancelaron, así es que te escucho hermano.
Trató de bromear pero su gracia no hizo el efecto esperado, de hecho no hizo ningún efecto y se reclinó en el sillón desplazando ambos brazos a lo largo del respaldo, tratando de parecer despreocupado para bajar el nivel de tensión que Jonathan acusaba.
- ¿Susan?
Preguntó Jonathan haciendo tiempo para tomar valor e iniciar su relato.
- Bárbara.
Corrigió Jordan, sonriendo fruitivamente.
-Ya sabes, trabajo.
Aclaró, pero Jonathan no tenía la menor idea de lo que su hermano hablaba, hacía algún tiempo que había perdido el hilo de las incontables parejas que su hermano solía frecuentar, de todos modos asintió.
- Terminé con Darling.
Profirió luego de un rato sin querer parecer apesadumbrado, a pesar de lo cual su tono era evidentemente triste.
            Jordan no podía creer lo que su hermano le contaba. Terminar con Darling era un completo error. Luego de tanto tiempo por fin Jonathan había encontrado una chica que, aparte de hermosa, había nuevamente despertado su interés. Ciertamente había tenido otras parejas, pero ninguna duraba más de un par de salidas pues ninguna generaba en él más que un interés efímero y superficial.
- Fíjate que estoy bien contento. Ya no la soportaba. No sé en qué minuto me fui a meter con ella, es una niña caprichosa y nunca la pude, ni la podré entender. Pero eso no es lo más importante que quería conversar contigo.
Su hermano puso cara de incredulidad y extrañeza. Cómo podía su hermano decir algo semejante de alguien. Nunca lo había escuchado decir nada parecido de ninguna persona y menos de una mujer. Siempre había sido un perfecto caballero.
- Dime hermano. ¿Qué ocurre? Te ves muy preocupado.
Dijo Jordan mientras miraba a Jonathan y lo veía cada vez más consternado. Por un momento pensó que su cara de abatimiento era por el rompimiento con la bella Darling, pero tras aquellas palabras era claro que ésa no era la razón de tanta aflicción.
- Encontré a Diana.
Estas palabras repiquetearon en los oídos de Jordan como fuertes campanadas y todo sonido que pudiera articular casi se quedó en sus labios. Sólo se atrevió a musitar una débil interrogante.
- ¿Qué?
¿Cómo era posible que Diana hubiera aparecido después de tanto tiempo? Escuchó atentamente todo lo que Jonathan le contaba sobre el encuentro que había tenido la tarde anterior. Sin dejar de estar sorprendido trató de levantar a su hermano del dolor que lo tenía dominado.
- Pero ella no sabe lo que sucedió. Cuando sepa lo va a entender. Créeme.
Estaba tan seguro de lo que sostenía que no tardó mucho tiempo en convencer a su hermano. Finalmente el cansancio y el alcohol hicieron mella en Jonathan y comenzó a quedarse dormido, aunque continuaba lamentándose. Normalmente y en tiempos pasados Jonathan podía considerarse un tipo optimista, pero en todo lo que se refería a Diana, sus esperanzas estaban casi anuladas desde hacía muchos años.
            Jordan buscó una frazada para cubrir a su hermano, luego de arroparlo y acomodarlo se dirigió a su habitación para consultar con su almohada la mejor solución a tan descabellada sorpresa del destino. Le costó mucho conciliar el sueño puesto que innumerables pensamientos se arremolinaban en su mente y no pudo descansar hasta que sus ideas fueron claras. Tenía un plan y como era su costumbre no se daría por vencido tan fácilmente.
* * *
            Sentados en el interior del automóvil los hermanos Knight observaban la Clínica Veterinaria Francesco Bernardote ubicada en una esquina de una de las avenidas más transitadas de la ciudad.
- No puedo creer que a unos metros se encuentre nuestra querida Diana.
Dijo Jordan mientras observaba los ojos visiblemente tristes de su hermano y le tocó el hombro tratando de infundirle algo de su tranquilidad. Estaba seguro de que su plan daría resultado. Se acercó más a la ventanilla del automóvil, pues en ese momento la vio salir, ataviada con un delantal blanco, típico de una doctora y con un enorme ramo de rosas en las manos que depositaba en un basurero justo afuera del recinto. Le sorprendió verla tan cambiada, no sólo en su aspecto físico sino también en su aparente desprecio por aquel inofensivo ramo de rosas rojas. Recordaba cuanto adoraba las flores, a pesar de lo cual prefirió pensar en que aquella actitud era producto del momento que vivía. También le llamó la atención lo elegante que se veía en sus modos y maneras tan refinadas. Aunque si recordaba con atención, en realidad Diana siempre había sido de cuidados modales ya fuera para caminar, moverse, comer y una serie de detalles que nunca comprendió hasta ahora que la veía como una mujer hecha y derecha.
- Lo ves, no fue buena idea lo de las flores. No quiere saber nada de mí.
Jonathan se hundía en el respaldo del asiento y Jordan no dejaba de encontrarle razón. Sin embargo, no se daría por vencido con tan poco. Estaba seguro de que si hablaba con ella y le contaba toda la verdad, ella comprendería. No podía creer que Diana hubiera olvidado a su hermano. Todavía recordaba aquella primera mirada que ambos, amiga y hermano, se habían brindado y si Jonathan continuaba teniendo a Diana en lo profundo de su corazón, a pesar de los años, la ausencia y tanto dolor, no podía ser que ella lo hubiera desterrado tan fácilmente de su corazón. Estaba seguro de que estaban destinados el uno para el otro y que nada en la tierra podría cambiar aquello. Siempre tuvo esperanzas de que ella aparecería algún día y, a la vista de los acontecimientos sus certezas no estaban equivocadas.
- Okey, mala idea. Y sabes algo, no la culpo. Ella no sabe lo que pasó. Es normal que actúe de esta manera.
Jordan reflexionaba casi para sí mismo mientras se aprontaba a descender del vehículo.
- Y ahora me lo dices. A mí no quiere escucharme. ¿Te escuchará a ti? Ha cambiado mucho. La acabas de ver, ya no es nuestra pequeña Diana.
Interrogó, Jonathan, lleno de dudas. Se sentía superado por las circunstancias. Ansiaba desesperadamente que Jordan tuviera razón, pero el recuerdo de la gélida mirada de Diana lo desalentaban a cada momento intensificando ese sentimiento su propia y todavía no superada depresión que tantas secuelas le había traído a su vida.
- No creo que haya cambiado tanto. Ten fe. Todo tiene solución y no me digas que no. Déjame a mí, yo lo resolveré. Ahora vete a reunir con los muchachos. Diles que tengo un asunto importante que atender y que tardaré un poco en llegar al ensayo, pero que voy a llegar igual.
Prácticamente le ordenó aquello mientras se bajaba del vehículo y se ponía unos lentes oscuros y un gorro de camuflaje militar como para no ser reconocido por nadie. Lentamente se puso en marcha hacia la clínica con las manos en los bolsillos, ocultas y empuñadas y a medida que se acercaba apresuraba más el paso con largas zancadas. Jonathan lo observó desde la distancia ingresar a la clínica, tras lo cual se marchó a encontrarse con el resto de los integrantes del grupo para el ensayo que tenían para ese día. Pero antes de llegar allá se desvió en el camino dirigiéndose al departamento de Darling y finalizar su relación de una manera más sensata. La joven, orgullosa como era, se mostró distante aceptando las disculpas que él le ofrecía y lo dejó ir comprendiendo que nunca podrían entenderse realmente. Jonathan fue muy inteligente al ocultarle los verdaderos motivos de su rompimiento porque sabía que eso podría generar un conflicto que era fácilmente evitable. Y ella no quiso preguntar si la doctora, cuyo nombre no recordaba, tenía algo que ver con aquello porque sabía que la respuesta sería afirmativa. No le interesaba pelear por ningún hombre cuando sabía que podría tener a cualquiera, los pretendientes no le faltaban y ya tenía alguno en vista que le cumpliría todos sus caprichos. Nunca volvieron a verse en persona aunque siempre se recordaron con cierto afecto, especialmente ella, quien no volvió a conocer a un hombre tan afectuoso, simple y humano.

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