VI
La amistad es un lazo difícil de
romper puesto que no existe en él apropiamiento alguno por lo que no hay dolor
en la separación.
Luego
de salir del departamento de su ex novia Darling, Jonathan vagó mucho por la
ciudad, entre miles de personas que vivían cada uno en su propio mundo, vino a
dar finalmente, sin saber cómo, en el departamento de su hermano menor, Jordan,
quien al igual que él se había transformado en miembro de una de las bandas
musicales más conocidas y populares, no sólo a nivel nacional sino también
internacional, cosechando éxito tras éxito, junto a otros tres compañeros, los
New Kids On The Block.
La historia de cómo
se había reunido era archiconocida por todos los y las fans del grupo. Tras un
casting masivo al cual postularon más de quinientos jóvenes el único
seleccionado fue Donald Wahlberg, considerado el primer integrante del grupo.
Inmediatamente se dio a la tarea de buscar los demás integrantes. Los
productores siempre tuvieron en mente que se tratara de cinco integrantes, por
lo cual el sueño de Donnie se encontraba bastante lejos aún de ser cumplido. El
primer reclutado fue su hermano menor Marck, quien a su vez llevó a su amigo Danny
Wood. Donnie no pudo dejar de pensar en sus compañeros de la escuela, los
hermanos Knight, Jonathan y Jordan. El grupo ya tomaba forma. Pasado algún
tiempo Marck se desilusionó por el estilo y dirección del grupo y lo abandonó.
Frente a esta baja llamaron a otro amigo de Donnie, Jamie Kelley, pero su falta
de compromiso y responsabilidad lo dejaron fuera tras el primer disco por
decisión del productor. Un nuevo integrante llegaba por decisión de los
directores y los chicos lo rechazaron porque estaba reemplazando a su amigo
Jamie. Su nombre era Joey McIntyre y era un poco menor que los otros
integrantes. El primer disco no tuvo el éxito esperado, pero el productor
confiaba en el talento de sus protegidos y convenció a la compañía disquera que
les permitieran grabar un nuevo disco. Además, el nombre original del grupo,
Nynuk, fue cambiado al que finalmente sería tomado de una canción compuesta por
el propio Donnie Wahlberg. Joey con su cara de ángel, su encanto y carisma dio
al grupo un nuevo aire y el segundo disco logró situarse en los primeros
lugares de los rankings nacionales e internaciones, para sorpresa y felicidad
tanto del grupo como de su productor y la compañía disquera.
Luego de esto los
cinco muchachos lograron limar sus diferencias iniciales y se hicieron no sólo
compañeros sino grandes amigos. Donald, más conocido como Donnie, o simplemente
Don, era el chico rudo cuyo estilo era más cercano al rap. Era una de las tres
voces principales y líder indiscutido del quinteto. Jordan era el jovial y
carismático galán, con un encanto y atractivo que resaltaba en su mirada alegre
y sonrisa seductora, era otra de las voces principales. Daniel Wood, llamado Danny
era el atlético y fornido. Fanático de los deportes trabajaba su cuerpo sin
llegar al exceso del físico-culturismo. Jonathan era el más tímido y serio del
grupo. De carácter más reservado siempre se mantenía bajo perfil. Los sucesos
que tan traumáticamente viviera habían dejado atrás al seductor y confiado Jonathan.
Ahora se mostraba más bien solitario y taciturno. Finalmente estaba el último
integrante de la banda, Joseph McIntyre, el pequeño Joey o simplemente Joe, un
talentoso muchacho tres años menor que el menor que los otros integrantes.
Parecía que todo su cuerpo emanaba la palabra artista, era la tercera voz
principal y tal vez el más talentoso de todos. Desde pequeño supo que su camino
no sería otro que el del canto y la música.
Sin
saber cómo Jonathan había terminado su largo recorrido frente a la puerta de su
hermano, uno de sus principales apoyos. Al abrir Jordan supo inmediatamente que
nada bueno había sucedido. El rostro de su hermano que con los años se había
vuelto sereno, parecía aquella noche más abatido que nunca, Jordan leía hoy en
su semblante una mayor tristeza que en los pasados tiempos, luego de la
separación de Diana.
- Jonathan, hermano, pasa. Te ves
terrible.
Jordan lo hizo pasar
y le sirvió un trago bastante fuerte para lo que Jonathan estaba acostumbrado,
así es que al paladearlo no pudo evitar la mueca de dolor característica del
que bebe sin costumbre ni placer.
- ¿Qué sucede hermano?
Interrogó después de
un largo rato de silencio que hicieron que Jordan se sintiera sumamente
incómodo. Ya nunca podía estar tranquilo al pensar en su hermano.
Contrariamente a lo que ocurriera en su infancia, Jonathan ya no era su
protector sino al contrario, ahora era Jordan el protector de su hermano mayor.
- Tengo algunas cosas que
contarte, pero no sé por donde empezar.
Se bebió un segundo
vaso de whisky sin siquiera respirar, dando a su hermanito una mirada que lo
pusieron en verdadera alerta.
- Tengo todo el tiempo del mundo.
Tenía una cita pero me cancelaron, así es que te escucho hermano.
Trató de bromear pero
su gracia no hizo el efecto esperado, de hecho no hizo ningún efecto y se reclinó
en el sillón desplazando ambos brazos a lo largo del respaldo, tratando de
parecer despreocupado para bajar el nivel de tensión que Jonathan acusaba.
- ¿Susan?
Preguntó Jonathan
haciendo tiempo para tomar valor e iniciar su relato.
- Bárbara.
Corrigió Jordan,
sonriendo fruitivamente.
-Ya sabes, trabajo.
Aclaró, pero Jonathan
no tenía la menor idea de lo que su hermano hablaba, hacía algún tiempo que
había perdido el hilo de las incontables parejas que su hermano solía
frecuentar, de todos modos asintió.
- Terminé con Darling.
Profirió luego de un
rato sin querer parecer apesadumbrado, a pesar de lo cual su tono era
evidentemente triste.
Jordan
no podía creer lo que su hermano le contaba. Terminar con Darling era un
completo error. Luego de tanto tiempo por fin Jonathan había encontrado una
chica que, aparte de hermosa, había nuevamente despertado su interés.
Ciertamente había tenido otras parejas, pero ninguna duraba más de un par de
salidas pues ninguna generaba en él más que un interés efímero y superficial.
- Fíjate que estoy bien contento.
Ya no la soportaba. No sé en qué minuto me fui a meter con ella, es una niña
caprichosa y nunca la pude, ni la podré entender. Pero eso no es lo más
importante que quería conversar contigo.
Su hermano puso cara
de incredulidad y extrañeza. Cómo podía su hermano decir algo semejante de
alguien. Nunca lo había escuchado decir nada parecido de ninguna persona y
menos de una mujer. Siempre había sido un perfecto caballero.
- Dime hermano. ¿Qué ocurre? Te
ves muy preocupado.
Dijo Jordan mientras
miraba a Jonathan y lo veía cada vez más consternado. Por un momento pensó que
su cara de abatimiento era por el rompimiento con la bella Darling, pero tras
aquellas palabras era claro que ésa no era la razón de tanta aflicción.
- Encontré a Diana.
Estas palabras
repiquetearon en los oídos de Jordan como fuertes campanadas y todo sonido que
pudiera articular casi se quedó en sus labios. Sólo se atrevió a musitar una
débil interrogante.
- ¿Qué?
¿Cómo era posible que
Diana hubiera aparecido después de tanto tiempo? Escuchó atentamente todo lo
que Jonathan le contaba sobre el encuentro que había tenido la tarde anterior.
Sin dejar de estar sorprendido trató de levantar a su hermano del dolor que lo
tenía dominado.
- Pero ella no sabe lo que
sucedió. Cuando sepa lo va a entender. Créeme.
Estaba tan seguro de
lo que sostenía que no tardó mucho tiempo en convencer a su hermano. Finalmente
el cansancio y el alcohol hicieron mella en Jonathan y comenzó a quedarse
dormido, aunque continuaba lamentándose. Normalmente y en tiempos pasados Jonathan
podía considerarse un tipo optimista, pero en todo lo que se refería a Diana,
sus esperanzas estaban casi anuladas desde hacía muchos años.
Jordan
buscó una frazada para cubrir a su hermano, luego de arroparlo y acomodarlo se
dirigió a su habitación para consultar con su almohada la mejor solución a tan
descabellada sorpresa del destino. Le costó mucho conciliar el sueño puesto que
innumerables pensamientos se arremolinaban en su mente y no pudo descansar
hasta que sus ideas fueron claras. Tenía un plan y como era su costumbre no se
daría por vencido tan fácilmente.
* * *
Sentados
en el interior del automóvil los hermanos Knight observaban la Clínica Veterinaria
Francesco Bernardote ubicada en una esquina de una de las avenidas más
transitadas de la ciudad.
- No puedo creer que a unos
metros se encuentre nuestra querida Diana.
Dijo Jordan mientras
observaba los ojos visiblemente tristes de su hermano y le tocó el hombro
tratando de infundirle algo de su tranquilidad. Estaba seguro de que su plan
daría resultado. Se acercó más a la ventanilla del automóvil, pues en ese
momento la vio salir, ataviada con un delantal blanco, típico de una doctora y
con un enorme ramo de rosas en las manos que depositaba en un basurero justo
afuera del recinto. Le sorprendió verla tan cambiada, no sólo en su aspecto
físico sino también en su aparente desprecio por aquel inofensivo ramo de rosas
rojas. Recordaba cuanto adoraba las flores, a pesar de lo cual prefirió pensar
en que aquella actitud era producto del momento que vivía. También le llamó la
atención lo elegante que se veía en sus modos y maneras tan refinadas. Aunque
si recordaba con atención, en realidad Diana siempre había sido de cuidados
modales ya fuera para caminar, moverse, comer y una serie de detalles que nunca
comprendió hasta ahora que la veía como una mujer hecha y derecha.
- Lo ves, no fue buena idea lo de
las flores. No quiere saber nada de mí.
Jonathan se hundía en
el respaldo del asiento y Jordan no dejaba de encontrarle razón. Sin embargo,
no se daría por vencido con tan poco. Estaba seguro de que si hablaba con ella
y le contaba toda la verdad, ella comprendería. No podía creer que Diana
hubiera olvidado a su hermano. Todavía recordaba aquella primera mirada que
ambos, amiga y hermano, se habían brindado y si Jonathan continuaba teniendo a
Diana en lo profundo de su corazón, a pesar de los años, la ausencia y tanto
dolor, no podía ser que ella lo hubiera desterrado tan fácilmente de su corazón.
Estaba seguro de que estaban destinados el uno para el otro y que nada en la
tierra podría cambiar aquello. Siempre tuvo esperanzas de que ella aparecería algún
día y, a la vista de los acontecimientos sus certezas no estaban equivocadas.
- Okey, mala idea. Y sabes algo,
no la culpo. Ella no sabe lo que pasó. Es normal que actúe de esta manera.
Jordan reflexionaba
casi para sí mismo mientras se aprontaba a descender del vehículo.
- Y ahora me lo dices. A mí no
quiere escucharme. ¿Te escuchará a ti? Ha cambiado mucho. La acabas de ver, ya
no es nuestra pequeña Diana.
Interrogó, Jonathan,
lleno de dudas. Se sentía superado por las circunstancias. Ansiaba
desesperadamente que Jordan tuviera razón, pero el recuerdo de la gélida mirada
de Diana lo desalentaban a cada momento intensificando ese sentimiento su
propia y todavía no superada depresión que tantas secuelas le había traído a su
vida.
- No creo que haya cambiado
tanto. Ten fe. Todo tiene solución y no me digas que no. Déjame a mí, yo lo
resolveré. Ahora vete a reunir con los muchachos. Diles que tengo un asunto
importante que atender y que tardaré un poco en llegar al ensayo, pero que voy
a llegar igual.
Prácticamente le
ordenó aquello mientras se bajaba del vehículo y se ponía unos lentes oscuros y
un gorro de camuflaje militar como para no ser reconocido por nadie. Lentamente
se puso en marcha hacia la clínica con las manos en los bolsillos, ocultas y
empuñadas y a medida que se acercaba apresuraba más el paso con largas zancadas.
Jonathan lo observó desde la distancia ingresar a la clínica, tras lo cual se
marchó a encontrarse con el resto de los integrantes del grupo para el ensayo
que tenían para ese día. Pero antes de llegar allá se desvió en el camino
dirigiéndose al departamento de Darling y finalizar su relación de una manera
más sensata. La joven, orgullosa como era, se mostró distante aceptando las
disculpas que él le ofrecía y lo dejó ir comprendiendo que nunca podrían
entenderse realmente. Jonathan fue muy inteligente al ocultarle los verdaderos
motivos de su rompimiento porque sabía que eso podría generar un conflicto que
era fácilmente evitable. Y ella no quiso preguntar si la doctora, cuyo nombre
no recordaba, tenía algo que ver con aquello porque sabía que la respuesta
sería afirmativa. No le interesaba pelear por ningún hombre cuando sabía que
podría tener a cualquiera, los pretendientes no le faltaban y ya tenía alguno
en vista que le cumpliría todos sus caprichos. Nunca volvieron a verse en
persona aunque siempre se recordaron con cierto afecto, especialmente ella,
quien no volvió a conocer a un hombre tan afectuoso, simple y humano.