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Thursday, May 13, 2010

Con música de fondo, como una vieja película en blanco y negro...

Al borde de la ciclovía quedé suspendida y tambaleante. Eso lo supe después, cuando el culpable del hecho se bajó como un bólido preguntándome si estaba bien. Antes de eso pude escuchar, luego de un silencio atronador, la música de fondo, me sentí por un momento como la protagonista de una vieja películas en blanco y negro, sin calificativos de ninguna especie. Poco a poco el color volvió cuando el joven y el viejo, como machos recios se preocupaban de la frágil doncella -léase, yo- que continuaba asida al manubrio y con el pie metido en el pedal de freno. Lo noté porque al querer bajar, luego de sacarme el cinturón, jurando y perjurando que me había pegado en el manubrio, pues estaba absolutamente sin aire y con un dolor terrible en el pecho. Lo noté porque el auto quiso continuar avanzando, me dijeron que pusiera el freno de mano, porque estaba completamente aturdida. No lloré hasta una hora después, ni siquiera llamé a mi familia. Pero sí llamé a alguien, a la señora Lorena, la mamá del niñito al que tenía que ir a hacer clases más tarde, avisándole que no podría porque había tenido un pequeñito, imperceptible accidente en mi auto.

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