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Saturday, July 07, 2012

NEW KIDS ON THE BLOCK Y SU PERFECTA HUMANIDAD. CAPÍTULO 9


IX
A veces sólo basta una mirada para empezar a amar. A veces, sólo una sonrisa.

            El sol se elevaba firme y decidido cubriendo a la ciudad de un hálito de alegría que empapaba a todos los participantes de la nueva campaña que Diana encabezaba una vez más. Se trataba de salud para todos los animales de los barrios más pobres. Los niños recibían con alegría la visita de la doctora todos los últimos sábados de cada mes y corrían tras la camioneta ambulancia donde iban todos los suministros médicos necesarios para cumplir cabalmente con todos los objetivos propuestos para aquella campaña en particular.
Cuando la doctora Franzani y su asistente Jorge Rivas, su mano derecha, descendieron del vehículo los niños corrieron a abrazarlos. Esta era la tercera campaña que Diana llevaba a efecto en la ciudad y los niños ya la conocían y la querían, no sólo por el bien que entregaba a sus mascotas, sino por su suave ternura que muy pocas veces habían visto en un adulto. Muchos de ellos habían, además, notado como sus perros y gatos, fundamentalmente, mejoraban tras alimentarlos con las comidas que ella repartía gratuitamente en cada visita. La banda observaba, desde la distancia, maravillados ante tanto cariño contenido en aquellas caritas infantiles al acercarse a ella y los doctores, varios se conmovieron al ser reconocidos por los niños que los saludaban afectuosamente. Hasta ese momento creían que sólo tenían un público mayoritariamente femenino, ahora comprendían que no era así. No había duda, su presencia estaba bien justificada, había sido una excelente idea después de todo. Sin embargo, todos estaban decididos a prestar su colaboración lo más sobriamente posible, con el único propósito de ayudar a tanto pequeño que veían a su alrededor. Sólo Joey, el más joven, sabía que no sería de ese modo. Estaba decidido a hacerse notar y tenía todo preparado para tal efecto. Montó un show de lo más entretenido, el que le valió la simpatía de todos los concurrentes especialmente de las madres de aquellos niños. El resto de los integrantes de la banda se dedicó a trabajar en silencio ayudando a los médicos con los animales en diversas labores como alimentar a la población canina vagabunda que parecía hambrienta y abandonada. Más de algún susto pasaron cuando creyeron que serían atacados por los animales, pero rápidamente el contingente de expertos se hacía cargo de la situación, dando alivio no sólo a los “hermanos menores” sino a los propios muchachos que en más de una oportunidad huyeron despavoridos de animales aparentemente salvajes. También colaboraron en la práctica de esterilizaciones con la finalidad de controlar el número de la población animal vagabunda. Todo estaba coordinado con la autoridad respectiva.
Danny estaba impresionado con la eficiencia de los médicos y de la cantidad de cuidados higiénicos que aquellas cirugías demandaban. Nunca había sido afecto a los animales de ninguna especie, pero en aquella oportunidad decidió que adoptaría un perro prontamente, tenía una casa enorme con un gran patio donde alguno sería plenamente feliz. Aquello había sido motivado, en primera instancia, por la charla que daba Diana acerca de la tenencia responsable de animales. En términos sencillos, Danny, comprendió que todos los problemas que generan los animales vagabundos como los ataques de perros a seres humanos, la sobrepoblación, o las múltiples enfermedades que estos evidencian en sus, a veces, repulsivos cuerpos provocando contagios al ser humanos, principalmente a sus dueños, no era ni más ni menos que culpa de seres humanos irresponsables y descuidados, o en términos duros, animales insensibles y crueles que se creían superiores a aquellos que no poseían el lenguaje articulado, el habla. En su mente se dibujaban otra clase de epítetos más groseros, pero su pudor no permitía que lo verbalizara de ningún modo.
Cada cierto rato, algo los sacaba de su concentrado trabajo. Era Joey que más que trabajar con los animales estaba con los niños, con quienes organizaba cantos, bailes y diversos entretenimientos de los cuales era siempre el centro de atención.
- Realmente este tipo nació para las luces.
Comentó Danny a Donnie, por lo bajo, muerto de la risa, quien no podía creer el desparpajo de Joey transmitiendo por los altoparlantes, promoviendo la actividad y llamando a colaborar a todos los que lo escucharan.
            Hasta cierto punto todo anduvo sobre ruedas, como siempre. Trabajaron arduamente y aunque se sentían cansados, también estaban conformes con la labor realizada durante aquella jornada. Pero más temprano que tarde, los peores temores de Jonathan se confirmaron antes de que pudieran hacer algo para evitarlo. Al principio todo parecía muy inocente. Las mamás de los niños comenzaron a llegar lentamente para acompañar a sus hijos en la atención de sus queridas mascotas. Al menos eso fue lo que dijeron a los niños. Las verdaderas razones iban por otro lado. Querían conocer a la banda más popular del último tiempo. Poco a poco se fueron acercando a ellos y pidiendo uno que otro autógrafo o tomándose alguna foto. Todas aquellas acciones parecían normales e inofensivas y los chicos las encararon con naturalidad. Pero la noticia de que ellos estaban presentes en aquel lugar de la ciudad y en el marco de una campaña de salud pública para animales atrajo prontamente a un gran contingente de muchachas quinceañeras. Llegó un momento en que tuvieron la impresión de que se trataba de un mar de fans que se volcaron a las calles para ver a sus estrellas, o sea, ellos mismos y tuvieron terror de ser asfixiados por tanta niña descontrolada que a esas alturas comenzaban a llegar en grupos que gritaban por ellos y corrían desenfrenadas a su encuentro. Fue tanto el alboroto que se produjo hacia el final de la campaña que todos tuvieron que huir en distintas direcciones tratando de, literalmente, salvar el pellejo. Incluso Diana tuvo que escapar de la muchedumbre asida del brazo por Joey quien siempre se encontró junto a ella vociferando a favor de la campaña.
Ya por la noche cuando todos estaban, literalmente a salvo, varios lo culparon por el  penoso incidente. No obstante el joven no se dejó amilanar por las acusaciones, pues se defendía arguyendo que tenía la mejor de las intenciones y que tal vez el único error que había cometido era el llamar por altoparlante para que las mamás se acercaran a los doctores con sus animales y aprovecharan de conocer al grupo que estaba allí aquella tarde. Le gustaban los animales, pero sobre todo le gustaban los niños. Sentía un profundo amor por la infancia y estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de defender a los niños de la pobreza, la delincuencia o las drogas. Él siempre estaba participando activamente en cuanta campaña que involucrara los derechos de los niños. Por eso cuando Diana les comentó que haría aquella acción de ayuda pública fue el primero en ofrecerse como voluntario.
- ¿Estás seguro? No es fácil estar en las calles. A veces hace frío, a veces la gente no recibe muy bien.
Le dijo Diana extrañada por tanto entusiasmo, pero al mismo tiempo muy feliz de ver que el joven se interesaba tanto por el tema.
- Seguro. Estoy dispuesto a limpiar “popó” si es necesario.
Todos rieron alrededor de la mesa donde saboreaban las delicias preparadas por Diana para agasajar a sus distinguidos invitados. En aquella velada ella les había comentado algo de sus actividades, entre ellas la cercanía de la nueva campaña de salud animal.
- ¿Y no te da susto que lleguen tus admiradoras?
Jordan le espetó, sonriendo burlonamente, luego del inesperado ofrecimiento de Joey.
- Claro que no. Basta que no se enteren los medios. Si ellos no saben, las chicas tampoco lo sabrán. Vamos chicos, será divertido y sería muy interesante verlos haciendo algo por alguien más, que no sea ustedes mismos.
Ese ácido comentario había dejado algo descolocados a los amigos quienes luego de discutir algunos pormenores y cuestiones varias se habían comprometido para ayudar a Diana con toda sinceridad y buenos deseos. Jonathan, por su lado, estaba decidido a colaborar, pero como en todo lo que hacía, la mesura y delicadeza se hacían presentes, habiendo guardado un pulcro silencio con sus intenciones y sus opiniones, las que comentaba a solas con ella y el firmamento como testigo y, ciertamente, ya lo había hecho.
            Cuando las descalabradas adolescentes habían aparecido por las esquinas, al principio mermadamente, los muchachos comenzaron a alertarse y disimuladamente se fueron retirando, pero de un momento a otro el mar de féminas descontroladas se hizo presente avasalladoramente y la huida se hizo patente, descontrolada y totalmente desarticulada.
            Jonathan por su parte huyó tratando de salvar los suministros médicos y a Jorge Rivas quien se encontraba operando de un tumor aparentemente benigno de un pequeño perrito apoyado por una asistente. Se llevó el vehículo del hospital veterinario donde lo estaban atendiendo y se dirigió a la clínica donde el perrito quedó internado. Tras lo cual tuvo que devolverse para recoger a los trabajadores del centro médico que habían quedado abandonados. Jordan y Donnie, por su parte, habían corrido desapareciendo por los recovecos de una ciudad que ya no acostumbraban recorrer, hasta que exhaustos y algo perdidos tuvieron que tomar un taxi que los llevara de vuelta a la clínica donde habían dejado sus automóviles. Durante todo ese tiempo no podían dejar de reír. Danny, en cambio, afrontó a la lluvia de fans que se acercaban a pedirle autógrafos. En opinión del resto, él de nada tenía que preocuparse, con esa figura, pura fibra y músculo laboriosamente esculpido a fuerza de un constante trabajo, cualquiera que se le acercara difícilmente le causaría algún daño, y todos reían con aquellos comentarios que no tenían otro fin que provocar la hilaridad de los amigos, aunque ciertamente no dejaban de tener algo de razón.
Diana, desconcertada no dejó de sorprenderse y sentirse confundida cuando se sintió tironeada por Joey, quien la arrastraba por las calles en una loca carrera. En ningún momento ella pensó en huir cuando comenzó a notar la agitación que se levantaba a su alrededor. No conocía el asedio de las fans ya que no estaba involucrada en ese mundo hasta ese momento y nunca había sentido inclinación por ningún grupo musical de ninguna especie. Le costaba mucho comprender la pérdida del autocontrol que una dama debe mantener en toda ocasión… aunque nunca pudo olvidar el incidente que tuvo en el colegio cuando se tramó a golpes con otra muchacha. El mundo de las estrellas, cantantes o actores nunca habían llamado su atención. No estaban entre sus intereses. De hecho, la primera vez que vio a la banda por la televisión no le tomó ninguna importancia, siguió haciendo su trabajo como si nada. Lo recordaba con toda claridad. En ese momento estaba atendiendo un pequeño perrito chihuahua que tenía problemas de diabetes en un domicilio. Al escuchar la canción de su grupo favorito, la adolescente dueña del perro le comentó lo guapos que estaban los chicos. Diana, dando una mirada superficial al televisor se reía de aquellos comentarios y los ponía en duda, ante lo cual, la jovencita, para probarle que tenía razón, justo antes de que la doctora se retirara de la casa corrió a mostrarle una revista donde estaba una foto del quinteto. Diana casi se desmayó ahí mismo.
- Doctora, ¿qué tiene? Está muy pálida. Tranquila, le traigo un vaso con agua.
- Nada, no es nada. Creo que estoy cansada. Nada más.
- ¿Segura?
- Segura. No hay problema… pero, déjame mirar esa revista. Tienes razón después de todo, son bien guapos estos cantantes.
No podía creer que su amigo Jordan y Jonathan, su antiguo novio estuvieran frente a sus ojos. Leyó rápidamente el artículo para convencerse de que eran ellos mismos. Su primera impresión estaba en lo correcto, era ellos, no había la menor duda al respecto. Posteriormente se dedicó a investigar todo lo que pudo respecto del grupo sin prestar mayor importancia al resto de los integrantes. Cuando comprendió que aquello no la llevaría a nada en lo absoluto decidió olvidarse del asunto y dedicarse a lo suyo y nada más que lo suyo, su trabajo.
Cuando pudo comprender lo que pasaba, sentada, con el corazón en la garganta, en un recoveco de una calle cuyo nombre nunca supo y tras haber corrido no sabía cuánto rato ni cuántas cuadras ya no dejaba de reírse conmocionada por tanto alarido y por aquella huida tan repentina de la que fuera víctima y parte. Estaba prácticamente secuestrada por Joey quien, no perdía su cara de contrición, lo que provocaba en Diana una risa cada vez menos controlada. Entre más lo observaba más reía hasta que finalmente él, dándole la razón, rió tanto hasta caer al suelo perdiendo todas sus fuerzas. Cuando creyeron escuchar nuevamente a las enloquecidas chiquillas él se puso rápidamente de pie y tomándola de la mano la obligó a correr aun otro par de cuadras hasta sentirse realmente a salvo. Giraban en una esquina a la derecha, luego a la izquierda. Luego se escondían en grandes puertas que parecían cavadas en las paredes de antiguas casas coloniales.
- Realmente es una vida interesante la que llevas… y muy cansada, muy cansada.
            Bromeó Diana entrecortadamente, absolutamente cansada con apenas fuerzas para pensar lo que decía.
- Es el precio que debo pagar por hacer algo en lo que realmente soy muy feliz.
            Respondió él medio pronunciando cada palabra a punto de desfallecer. Su estado físico era mejor que el de Diana, pero estaba aterrado de que pudiera aparecer otra fans que sus palabras más que de cansancio parecían de susto. En ese momento sintió deseos de nunca volver a ver una seguidora en su vida.
            Ella lo miró sin comprender aquellas palabras pero sonrió sintiendo algo parecido a la lástima por aquel jovencito. Joey sonrió, a su vez, experimentando tras esa sonrisa angelical una calidez que nunca antes había vivenciado, un cariño por Diana que nunca imaginó que sentiría tras haberla conocido y que descubrió tras recordar la primera vez que la vio. Para él nada significaba, pero cuando pudo verla directo a los ojos la intriga de qué significaba ella para Jonathan, llenaría de pensamientos su mente los siguientes días.
- Vamos a la clínica. Creo que estamos cerca. Reconozco esta área… No puede ser que hayamos corrido tanto.
            Observó Diana alrededor y comenzaron a caminar rumbo a la clínica donde llegaron casi oscureciendo y a punto de ponerse a llover. El invierno llegaba y los días estaban cada vez más fríos.
Mucho fue lo que le recriminaron por el incidente pero él nunca se arrepintió, sentía que había hecho lo correcto a pesar de todas las peripecias que tuvieron que pasar.

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