VIII
Volver a mirarse e intentar ver
más allá, volver a descubrirse después de la ausencia. El tiempo avanza, nunca
se detiene… y, nos transforma.
Las
notas de una alegre canción traspasaban el aire e inundaban el espacio,
llenando el vacío del teatro donde el grupo ensayaba sus coreografías una tras
otra. Durante aquel largo, casi eterno, ensayo Jonathan se había equivocado
como nunca en todos sus años de estrellato. El director de la banda
constantemente le había llamado la atención y él ni siquiera se había defendido,
realmente al poco tiempo de haber comenzado los ensayos aquella tarde sus
compañeros notaron lo extraño y alterado que estaba y optaron por no prestar
atención a tanta interrupción. Al confuso Jonathan no le fue posible
concentrarse lo suficiente como para hacer un buen papel aquella tarde y lo
sabía, la ansiedad le había ganado y le afectaba con una evidencia abrumadora.
Sus amigos viéndolo tan atribulado ni siquiera se animaron a increparlo por
ninguna razón o a hacerle alguna pregunta que lo incomodara más todavía. Lo
conocían suficiente como para saber que nada bueno le había ocurrido y por lo
tanto ignoraron estoicamente todos los tropiezos que cada tanto acometía en
contra de la armonía musical y de la coreografía.
Finalmente
Jordan había regresado y se integraba tomando la guitarra con premura. Dio
breves explicaciones a todos menos a Jonathan quien se esforzaba para obtener
alguna respuesta logrando sólo evasivas. “Tranquilo”, era lo único que su
hermano le decía para luego agregar en voz baja “Después conversamos”, dando
por finalizado el escueto diálogo. Jonathan no daba más de los nervios, sin
embargo algo en el semblante de su hermano generó en él cierta tranquilidad e
hizo acopio de todas sus fuerzas y de ese modo se entregó a lo que viniera,
pudiendo por fin concentrarse en el ensayo, pues lo hecho, hecho estaba,
dedicándose a la coreografía rigurosamente, aunque de la manera más plana que
pudo, nada de virtuosismos ni despliegues de talento desmedido en la ejecución
del baile y, aunque no cometió más errores, todo el tiempo más bien parecía
ausente de todo lo que lo rodeaba.
Cuando
el ensayo concluyó el director les dio las últimas sugerencias y luego se
despidió de ellos alejándose rápidamente desapareciendo en las sombras del recinto.
Jonathan se acercó a su hermano. Necesitaba respuesta y la necesitaba ya. No
estaba dispuesto a esperar un solo minuto más.
- Pero dime de una vez por todas,
¿cómo te fue?
A lo que Jordan sólo
sonrió volviendo su rostro hacia los asientos del gran anfiteatro donde parecía
buscar algo que su hermano no lograba ver. Los otros compañeros, mientras tanto
conversaban y reían preparando sus cosas para retirarse aquella tarde.
Finalmente, Jordan movió lentamente sus labios y Jonathan tardó aún unos
segundos más en comprender lo que aquellas palabras implicaban.
- Pregunta tú mismo, hermanito.
Se alejó de Jonathan
para tomar una toalla y secarse el sudor que tanto le molestaba sobre el
cuello. El aturdido Jonathan se quedó paralizado observando la nada y la sombra
que parecía más intensa a cada segundo. Su corazón se había detenido un segundo
y al siguiente se aceleraba a mil por hora.
Desde
las sombras, lentamente, emergió una delicada imagen femenina. Era Diana que se
acercaba al escenario con unos ojos enormes que le daban a su rostro una
expresión tímida y frágil. No sabía si sonreír o permanecer seria, si hablar o guardar
un absoluto silencio. Sólo miraba a Jonathan fijamente sintiendo que en
cualquier momento se desmayaría entre tantos sentimientos que se agolpaban en
sus sienes. Casi no podía contener el corazón en su pecho por tantas
sensaciones que parecían dominar todos sus sentidos.
En
un solo momento Jonathan estuvo a su lado, saltando del escenario hasta estar justo
frente a ella, sin saber si abrazarla o besarla o simplemente hablarle.
Permanecieron largo rato mirándose el uno al otro sin moverse, casi sin
pestañear.
El
resto de los muchachos observaba la escena luego de que Jordan los hiciera
guardar silencio. Donnie preguntó para confirmar su primera impresión.
- ¿Es Diana?
Jordan afirmó con la
cabeza. Donnie la recordaba, pues la conoció de niña y su impresión había sido tan
positiva que la imagen de aquella pequeña niña todavía permanecía en su
memoria. Conocía la historia al revés y al derecho y sabía cuánto la quería Jonathan.
Estaba sorprendido y feliz con lo que estaba viendo, sabía lo que aquello
significaba. Danny escuchó y comprendió de inmediato, también conocía la
historia, aunque sólo de oídas. Él también se alegró por lo que estaba
observando. Joey era el único que nada entendía, el único que desconocía por completo
quién era Diana para Jonathan. Acercándose a Danny quiso saber qué sucedía.
- ¿Quién es ella? ¿Qué pasa,
Danny?
- El amor de Jonathan.
Respondió éste en voz
baja con una sonrisa atravesada en el rostro, la que desconcertó al muy
confundido Joey que preguntó víctima de la intriga.
- ¿Y Darling?
- Ella no, olvídate de Darling.
Ella es la verdadera.
Le dijo mientras se
cruzaba de brazos y se desplegaba en su rostro otra enorme sonrisa. Su actitud
más que lo que veía descolocaron al joven Joey.
- Pero... ella no es tan linda.
Darling no tiene comparación, cómo la puede preferir a ella.
Comentó Joey, viendo
en Diana a una mujer común y corriente que para él nada significaba.
- ¡Cállate! No seas infantil.
Le dijo pegándole un
codazo. Joey quiso reír, pero se aguantó ante tanto silencio que de pronto se
había apoderado de cada esquina del lugar.
Jonathan
y Diana continuaban mirándose, hasta que finalmente fue ella quien,
abalanzándose sobre él, se acercó para hundirse entre sus brazos, clavando el
rostro en el pecho de Jonathan, su Jonathan, el amor de toda su vida. Él
respondió con un abrazo casi paternal envolviéndola completamente con su cuerpo,
como acurrucándola para cerrar los ojos y sentirse acunado al mismo tiempo en
aquel abrazo conmovedor.
Los
compañeros de Jonathan se miraron entre sí y comprendieron que estaban sobrando
en aquella escena y decidieron salir para dejarlos a solas. Recogieron
rápidamente sus prendas de ropa y demás cosas, apresurándose a descender del
escenario.
Cuando pasaron junto
a ellos cada uno hizo lo suyo para saludar y desaparecer prestamente. Jordan puso
sus manos en el hombro de Jonathan y besó a Diana en la mejilla, ella le
correspondió con una caricia en el rostro. Donnie, estrechó la mano a Jonathan
y a ella le acarició el hombro, ella lo reconoció de inmediato brindándole una cálida
y enorme sonrisa. Danny, algo más tímido levantó sus manos saludando y
despidiéndose mientras se alejaba. Ella no pudo menos que sonreír y
corresponder al saludo de la misma manera, balanceando la mano tiernamente. Joey
por su parte, al pasar junto a ellos sólo abrió mucho sus grandes ojos azules
para observarla detenidamente. Aquella mirada, casi transparente hizo sentir
algo incómoda a Diana, pero una vez que desapareció ya no le importó y la
olvidó por mucho tiempo.
Ahora
estaban solos y simplemente se tomaron de las manos. Se miraron largo rato y
sonrieron. Jonathan comenzó a ordenar algunos cabellos que caían sobre el
rostro de Diana y lentamente recorrió su rostro con ambas manos, suavemente.
- Cortaste tu cabello.
Ella inclinó la
cabeza y besó aquellas manos para luego levantar los hombros y dejarlos caer
indicando que así era. Sabía que él adoraba acariciarle el cabello. De niña
solía lucir el pelo tan largo, pero con el tiempo se dio cuenta de que era
dificultoso, que demandaba demasiado esfuerzo y tiempo, y ahora lo llevaba sólo
hasta la mitad de la espalda desflecado, formándosele graciosos rizos hacia las
puntas.
- También estás diferente, más
fuerte.
Con la mirada
recorría los brazos de él y soltándose se animó a tocarlo desde las muñecas
hacia los hombros.
- Tu perfume es el mismo.
Sintiéndola cerca no
pudo evitar decir aquello reconociéndola con su olfato. Sus sentidos comenzaban
a activarse. Quería impregnarse de ese aroma que no creía recordar y se le
acercaba rozándola con la punta de la nariz. Luego la deslizaba desde la nariz
de Diana hasta sus mejillas y se hundía entre sus cabellos y se acercaba a sus
hombros y alrededor del cuello dándole pequeños besos.
- Pero ahora tiene otros
ingredientes. Algo de esencia de perro, gato y chimpancé.
Dijo ella y Jonathan
rió para luego abrazarla con fuerza y girar con ella pegada a su cuerpo.
Cuando
la bajó ya no resistía su impulso y la besó casi con desesperación. No podía
creer que aquello de verdad estuviera sucediendo, hasta que finalmente, luego
de bastante rato, logró el sosiego porque comprendió que la vida entera quedaba
para vivir junto a ella, para volver a conocerla, a reconocerla, porque el
tiempo había pasado y Diana ya no era una niña, era una mujer y a esta mujer Jonathan
no conocía y necesitaba conocer. Amaba su esencia, su recuerdo y nuevamente
junto a ella tenía esa sensación de profundo sosiego, de una armonía
indescriptible, como si ahora formara parte del universo entero y todo
recobrara sentido, como si la vida fuera el mejor regalo recibido. Diana por su
parte sabía que nada más necesitaba para vivir en paz. Había recuperado la
esperanza de tener por fin una verdadera familia. Aquella tarde lo besó como
nunca antes lo había besado, lo mismo era la entrega como la posesión, un deseo
de fusión sentido tenuemente alguna vez, cuando se despidió de él en el
terminal de buses, comprendiendo a su vez que cada momento para amarlo llegaría
cuando fuera preciso.
* * *
Jonathan
comprendió todo lo que Diana dijo sobre su verdadera historia de vida y las
razones de su desaparición. En realidad él siempre supo que había un misterio
enorme respecto a ella, pero en su imaginación había construido mil
explicaciones distintas, cada una más descabellada que la anterior y también
más tétrica, así es que lo que descubrió aquella tarde le pareció simplemente
una especie de irónica burla del destino, algo así como una tonta comedia de
equivocaciones que les hizo perder once años de sus vidas, los que trataría de
recuperar a como diera lugar. Algún rato más tarde salieron a la calle
encontrando a los muchachos afuera, esperándolos mientras conversaban
alegremente. La noche ya cubría la ciudad y las luces ya gobernaban el
firmamento con sus mil colores.
- Por fin.
Reclamó Jordan haciéndose
el enojado pero sonriendo de oreja a oreja.
- ¿Nos estaban esperando?
Preguntó Jonathan,
quien estaba seguro de que sus amigos se habían ido hacía mucho. De hecho se
aprontaba a ir a casa de Diana y comenzar a recuperar el tiempo perdido.
- ¡Qué perceptivo, hermanito!
Todos rieron. No los
dejarían solos por nada. Aquella noche era para celebrar como los amigos que
eran.
- Amigos míos…
Comenzó Jonathan.
- Quiero presentarles a Diana, la
mujer que amo, que siempre amé y que siempre amaré.
Diana algo tímida
sólo sonreía mientras se abrazaba a Jonathan.
- Hola Diana, sigues tan linda
como siempre.
Dijo Donnie mientras
se acercaba para saludarla y brindarle un cálido abrazo.
- Hola, te recuerdo…
Dijo mientras miraba
a Jonathan para confirmar de alguna manera la que ya era su certeza.
- Mi amigo que estudiaba para ser
artista.
Donnie se apuntó con
ambas manos dando a entender que era el mismo y que era obvio que lo hubiera
logrado, para luego reír de buena gana.
- Él es Danny, nuestro hombre
fuerte y también cerebro creador de canciones.
El joven se acercó y
tras darle la mano la saludó con un gran y fuerte abrazo correspondiente a su
enorme fisonomía. Era él único del grupo que se tomaba en serio el ejercicio
físico mostrando un cuerpo bastante desarrollado.
- Y él es Joey, el niño
maravilla.
Se acercó para darle
la mano y brindarle una sonrisa encantadora. A esas alturas los muchachos lo
tenían bien informado acerca de quien era aquella muchacha.
- No soy ningún niño, lo que pasa
es que ellos son muy viejos.
Dijo mientras miraba
a los otros y le daban unos buenos empujones riendo y molestando a Joey quien
contaba con 25 años, pero lucía como de adolescente de dieciocho.
- Es un gusto conocerlos.
Dijo Diana mirándolos
a todos y cada uno para no dejar a ninguno fuera de su apreciación.
- Los estábamos esperando porque
nos gustaría ir al club. Creo que hay bastante para celebrar. Diana regresó a
nosotros y tenemos nuevo disco.
Dijo Jordan mientras
miraba al resto de sus compañeros y tomaba a Diana para abrazarla
cariñosamente.
Ella
no podía hacer nada más que observar a aquellos simpáticos hombres que la
recibían tan afectuosamente sin siquiera conocerla.
Finalmente
Jonathan aceptó la invitación, no sin antes preguntar el parecer de Diana,
quien recordando que al día siguiente debería trabajar temprano aceptó
igualmente señalando que no podría permanecer hasta muy tarde. Ellos estuvieron
de acuerdo y cada uno subió en su vehículo para dirigirse al recinto.
Una
vez que llegaron las personas los saludaban efusivamente y ella sólo podía
permanecer lo más cerca que pudo de Jonathan, pegada a su cuerpo sin soltarse
en ningún momento hasta que llegaron a una mesa especialmente dispuesta para
ellos en el local. La música era estridente, casi ensordecedora, apenas podían
conversar pero estaban tan contentos que nada de eso le importó a ella, nada
acostumbrada a salir muy tarde.
Ya
avanzada la noche, un joven se acercó a la mesa trayendo una orden de bebidas y
tragos. En realidad ninguno bebía nada fuerte, se cuidaban bastante en ese aspecto.
Donnie se levantó de la mesa acercándose al joven y diciéndole algo para luego
retirarse con él, desapareciendo por algunos momentos, tras los cuales se
anunció por los micrófonos que el grupo cantaría un tema aquella velada para
deleite de todas las admiradoras y seguidores del quinteto. Tras efusivos
aplausos los muchachos se subieron al escenario dejando a Diana sola en la
mesa.
- Es un placer para nosotros
estar aquí esta noche y compartirla con un público tan maravilloso. Gracias,
gracias.
Decía Donnie, ante
los insistentes aplausos y vítores del público, principalmente femenino.
- La siguiente canción la
dedicamos en forma muy especial a una maravillosa mujer. Diana, con cariño, de
todos nosotros hacia ti.
El público aplaudió y
la música comenzó a sonar.
Los
muchachos cantaron y bailaron suavemente para armonizar sus voces. El apoyo
musical lo dio la banda que solían cantar en el club. En un momento Jonathan se
acercó a ella y tendiéndole la mano la invitó a bailar. A Diana nada le importó
todo el pudor que pudiera afectarla, simplemente se dejó llevar y danzó
lentamente abrazada de su amor mientras las voces y la música sonaba alrededor
de ellos, hasta que terminó coronada por un tierno beso que fue bien recibido
por toda la concurrencia siendo ovacionados con calurosos aplausos.
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